domingo, 8 de abril de 2012

El ascenso del Frente de Izquierdas en Francia y la izquierda española.


Un fantasma recorre las elecciones presidenciales francesas, el fantasma de una izquierda renacida aglutinada en torno a un programa superador del neoliberalismo. La candidatura del Frente de Izquierdas (compuesto principalmente por el Partido Comunista Francés, la escisión del Partido Socialista Francés refundada en  el Partido de la Izquierda, miembros del movimiento ecologista y antiguas corrientes del hoy decrépito Nuevo Partido Anticapitalista y de otras formaciones minoritarias) experimenta un notable ascenso en los sondeos electorales publicados estos días, llegando a alcanzar un 15% de la intención total de voto. Tal resultado contrasta con la debacle que sufrió la izquierda hoy aglutinada en el Frente en las presidenciales de 20007, dónde la candidata del PCF(el Frente de Izquierda todavía no existía), Marie-George Buffet, obtuvo tan solo un 1,93% de los sufragios. Ante tal ascenso considero obligatoria una reflexión sobre el proyecto del Frente de Izquierdas y la relación que puede tener con el porvenir de la izquierda española.

Indudablemente el carisma de su candidato, Jean-Luc Mélenchon, es un importante refuerzo para la candidatura, fue ministro de Formación Profesional con Lionel Jospin como Primer Ministro, lo que le da una gran notoriedad pública (su caso recuerda al del ex-líder de la formación alemana Die Linke, Oskar Lafontaine, que pasó de ministro socialdemócrata a referente de la izquierda alternativa). Además, a su experiencia política se le suma una buena oratoria y una sólida formación intelectual, cualidades indispensables para cualquier estadista. Melénchon representa un activo para la izquierda francesa, la dota de cohesión y liderazgo, sin embargo el papel de una persona, por muy determinante que sea, no explica por sí sólo un proceso político.

El Frente de Izquierdas ha conseguido aunar en torno a un programa común a familias políticas que parecían condenadas a la desaparición , superando las diferencias que las separan (por ejemplo en el tema energético, dónde la postura pro nuclear del PCF difiere en gran medida de la de grupos de tendencia ecologista). Según Mélenchon la clave para lograr esta unión es la racionalidad concreta, buscar una solución con viabilidad técnica a la par que políticamente radical para cada problema. Este sistema programático parte necesariamente de un método inductivo, en el cual se deconstruyen las concepciones políticas preestablecidas para dar a luz colectivamente un discurso que dote a la izquierda transformadora de respuestas efectivas, respuestas que estén a la altura de los tiempos. Esta forma de elaboración es más útil que las negociaciones entre programas políticos cerrados y en ocasiones separados entre sí más por viejas disputas cainitas que por auténticas diferencias de fondo.

A pesar de su validez, la llamada a refundar el lenguaje de la izquierda no debe ser confundida con un cambio en los principios, en los valores básicos que la han guiado durante su historia, debe ser entendida como una adaptación de los mismos a las circunstancias concretas y al propio lenguaje que maneja la ciudadanía a la cual pretende ir dirigido el llamamiento al cambio. Esta estrategia es rebatida legítimamente desde grupos minoritarios de la extrema izquierda por  la hipotética pérdida de valores que conllevaría, pero creo que ese tipo de críticas caen en la fetichización del lenguaje. Éste no puede ser considerado como un fin en si mismo o como algo inamovible, al igual que las condiciones estructurales y superestructurales cambian, también ha de cambiar la forma de definirlas; aunque la dinámica destructora del capitalismo sigue siendo la misma a grosso modo, por lo que la voluntad de transformación de la izquierda también tiene que seguir siendo la misma que en décadas y siglos pasados. La LCR belga critica (en lo que parece un comunicado a la defensiva ante las malas previsiones de su referente Francés, el NPA, que previsiblemente no alcanzará el 1% de los votos) la falta de referencias en el discurso del Frente de Izquierdas a conceptos clave como socialismo, izquierda, derecha o clase obrera; en mi opinión estas referencias están implícitas en el programa del Frente.

El  programa  está consiguiendo recuperar parte del voto obrero y del voto joven, de los sectores más desfavorecidos por el sistema  que ante la crisis de la izquierda se han refugiado en gran medida en el populismo del Frente Nacional, partido de extrema derecha (no es casual que el Frente de Izquierdas le arrebate según las encuestas la condición de tercera fuerza política nacional). El discurso de Mélenchon apela frecuentemente al pueblo, al pueblo trabajador. El sujeto al cual se dirige su mensaje es amplio dada la vaguedad del término, pero ahí radica uno de sus principales puntos fuertes; la capacidad incluyente del mismo. Gracias a ello sobrepasa fronteras de etnia, edad o género, que no de clase, ya que hace una defensa firme de los derechos de los trabajadores frente al capital, lo cual delimita acertadamente la necesaria frontera de todo discurso político entre el ellos y el nosotros.  La división pueblo-capital es más eficaz que la división izquierda-derecha, con ello no se trata de desterrar la palabra izquierda ni caer en la ingenuidad de discursos ligados a sectores del 15-M que pretenden obviar la existencia de esta última división, sino de utilizar una dicotonomía más estructural, que al plantearse más en términos sociales  que políticos tenga una labor pedagógica para los numerosos obreros que han votado a la derecha. 

El discurso del Frente de Izquierdas crea de este modo un sujeto amplio al cual da una identidad histórica y nacional, otro elemento clave en la construcción de un sujeto político. Mélenchon no sólo llama a la insurrección ciudadana ante los actuales ataques  del capital sino que otorga a la misma  un sentido histórico, enmarcándola dentro de la historia  nacional francesa. Mélenchon traza una línea histórica desde la Revolución Francesa, pasando por la Comuna de Paris, las luchas por la igualdad social y de género, la resistencia al fascismo durante el siglo XX o la llegada al gobierno de Miterrand. Esto da lugar a un relato identitario que agranda la conciencia nacional en un sentido progresista y emancipador, creando la sensación al electorado de estar ante una fuerza capaz de gobernar el Estado, porque entre otras cosas sabe dar un sentido a su historia, algo fundamental para construir el futuro. Este patriotismo popular erosiona gravemente uno de los pilares básicos sobre los que se sustenta el populismo de extrema derecha sin necesidad de caer en un nacionalismo excluyente o contradictorio con el internacionalismo. El Frente de Izquierdas apela a un sentimiento nacional solidario con los pueblos ‘hermanos’ de Europa que están sufriendo la crisis financiera, especialmente con aquellos del sur del continente, lo que se retrotrae a la tradición de la Francia exportadora de los ideales de la ilustración a otros pueblos.

El Frente de Izquierdas también integra en su discurso dos elementos centrales que han marcado el desarrollo y las reivindicaciones de los movimientos sociales, especialmente desde la segunda mitad del siglo XX: la igualdad de género y el ecologismo. Mélenchon afirma que la revolución ciudadana (concepto que coge del movimiento PAIS, que aupó a Rafael Correa como presidente de Ecuador) no es posible sin paridad, sin una estricta igualdad de género, la cual considera la más importante de las igualdades. Por otra parte, se desmarca del productivismo socialdemócrata, que liga la mejora de las condiciones de vida de la población a un necesario aumento del consumo y de la producción. Para Mélenchon es un error de la izquierda considerar que las capas populares deben igualar su nivel de vida al de los ricos (para tener un buen nivel de vida no hace falta vivir en la opulencia ni en el despilfarro), con ello rompe la idea que liga progreso a crecimiento económico, el frente de izquierdas apuesta por un modelo de racionalización del gasto de los recursos naturales para que no se destinen a actividades superfluas y el uso de los mismos no hipoteque la sostenibilidad del medio ambiente en el futuro.

Comparaciones con la izquierda española.

Una vez descritos algunos de los aspectos principales de la candidatura del Frente de Izquierdas, es útil compararla con su homóloga española, Izquierda Unida.

Una de las diferencias existentes entre ambas es el liderazgo, un dirigente político puede ser un activo o un pasivo para su organización, puede ayudarla a obtener apoyos, o ser un lastre para la misma. Como ya mencioné, el carisma Mélenchon refuerza al Frente de Izquierdas, la izquierda española no tiene líderes que sumen especialmente para la organización (tampoco creo que  resten de forma significativa), no hay ningún líder cuyo carisma y capacidad generadora de entusiasmo sea equiparable al de su ex-coordinador Julio Anguita.

El Frente de Izquierdas ha absorbido los apoyos de otras organizaciones de izquierdas (o al menos el de su base social), como el ya mencionado NPA, los verdes y partidos de izquierda minoritarios. Para la izquierda española esta cuestión no tiene la misma dimensión, ya que a diferencia de Francia, en España no existen fuerzas de izquierda alternativa reseñables a nivel estatal al margen de Izquierda Unida, no hay partidos verdes o anticapitalistas con representación parlamentaria ni apoyos sociales importantes, exceptuando los de Comunidades Autónomas concretas. La única amenaza por la izquierda en las últimas elecciones generales vino de la mano de la candidatura ecologista de EQUO, que tuvo unos resultados menores de los esperados, quedándose fuera del parlamento. Aún así, el Frente de Izquierdas es buen ejemplo para Izquierda Unida en el sentido de establecer diálogos programáticos con el resto de fuerzas sociales y políticas progresistas. Ya que uno de los problemas de Izquierda Unida es su dificultad para ampliarse hacia los movimientos sociales e integrar en su estructura a sus principales activistas, fruto en ocasiones del enrocamiento de parte de su núcleo dirigente (boicoteando de forma más o menos directa procesos de apertura a otros sectores, como la llamada Refundación).

Izquierda Unida cuenta con el hándicap de que una escisión por la izquierda en el PSOE parece improbable, a pesar de las medidas impopulares que llevó a cabo el gobierno de Zapatero durante la última legislatura, la disciplina de partido se impuso y apenas se escucharon voces disidentes. Algo distinto ocurrió en el PSF, desde dónde a partir de 2005, con el rechazo de una parte del partido a la Constitución Europea, se creó una importante corriente en contra de la deriva neoliberal dominante en el partido. Parte de esta corriente terminó escindiéndose, creando el Partido de la Izquierda, mencionado al comienzo del artículo y del que forma parte el propio Mélenchon.

 Aunque en mi opinión, la mayor diferencia entre la izquierda francesa y la española radica en su capacidad de construir un proyecto de estado progresista. Antes describí como el Frente de Izquierdas ha creado acertadamente una narrativa en torno a un sujeto amplio, el pueblo trabajador, o pueblo de izquierdas, y cómo da a ese sujeto un papel en la historia y una misión para el futuro en consonancia con ese papel. La izquierda española se muestra incapaz para lograrlo, no ofrece una visión del conjunto del país, no fabrica un relato identitario para el pueblo español, dejando esa tarea únicamente en manos de la derecha. Se me podrá contraargumentar con cierto criterio que la historia francesa es distinta a la española y no se puede extrapolar un modelo al otro. Si bien es cierto que las historias de ambos países tienen importantes diferencias entre sí,  esto no es un impedimento para crear un discurso patriótico progresista (algo que también hacen otras fuerzas políticas como el Partido Comunista de Portugal). Es cierto que España es una realidad plurinacional de mayor complejidad, pero ello no impide su propia existencia, principalmente porque la gran mayoría de los ciudadanos se considera en mayor o menor grado identificada con España (tal y como indican estudios sobre la cuestión, como el nº2455 del CIS, sobre Instituciones y Autonomías). Existen las bases históricas para crear un discurso destinado al pueblo español progresista, de hecho las alusiones a España fueron constantes en el PCE y otras fuerzas políticas hasta los años 80 aproximadamente. Este déficit es reconocido por el propio Julio Anguita, cuando afirmó en una entrevista al diario Público que ‘IU carece de un sentido de proyecto estatal’. Quizás las experiencias históricas del pueblo español hayan tenido menos repercusión para la historia universal que la Revolución Francesa o la Comuna de París, pero el republicanismo español con sus grandes aportaciones a la política y la cultura españolas (por cierto, es reseñable como Mélenchon cita a Antonio Machado en su mitin del 18 de Marzo en el Palacio de la Bastilla o como en su mitin en Tolouse hace escasos días saludaba al pueblo español y a la  ‘gloriosa’ bandera de la república, adjetivo que seguramente no se hubiera atrevido a poner un dirigente político español), las luchas por la democracia y la libertad que tuvieron lugar durante la dictadura franquista y la transición, las masivas movilizaciones en contra de la entrada de España en la OTAN, los multitudinarios actos de condena a los atentados del 11M de 2004 en Atocha y de la manipulación de la información sobre los mismos por parte del Gobierno de Aznar, o las movilizaciones ciudadanas contra los recortes sociales que se vienen recrudeciendo desde hace aproximadamente un año, constituyen parte del imaginario colectivo de la población española progresista, y son acontecimientos suficientes para trazar una línea histórica de lucha por la igualdad en torno a ellos.


Para concluir

Una vez expresadas mis reflexiones sobre el tema, sólo me queda desear el mejor resultado posible al Frente de Izquierdas, espero que su victoria sea un ejemplo para los pueblos de otros países. Parece que aquel que predijo el fin de la historia se equivocó, como dijo Salvador Allende, ‘la historia es nuestra, y la hacen los pueblos’ 

Fuentes consultadas:

Entrevista a Mélenchon, candidato de la izquierda francesa. http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article35839 

El avance de Mélenchon inquieta a los socialistas franceses.
http://internacional.elpais.com/internacional/2012/04/01/actualidad/1333299163_051887.html 

Elecciones francesas, Mélenchon, el tercer hombre (Mercedes Arrancibia)
http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article35844 

Discurso de Mélenchon en la Plaza de la Bastilla, 18 de Marzo de 2012
http://www.youtube.com/watch?v=32A7WJtvPvA 

Méritos y límites del Frente de Izquierdas (LCR Bélgica)
http://www.vientosur.info/articulosweb/noticia/index.php?x=5010 

2 comentarios:

  1. Muy buen artículo e interesantes reflexiones. No conocía demasiado sobre el Frente de Izquierdas de Francia, y me ha servido de bastante. Gracias Alvaro por la entrada!

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  2. Me parece una aportación genial y muy bueno para la reflexión interna de IU. En lo referente a las particularidades de la sociedad francesa y la española ante la falta de un discurso patriótico considero que bien apuntas que es el fallo principal de IU, en España tenemos un referente que debe ser el núcleo desde donde se construya, la República, y las particularidades de las nacionalidades históricas pueden confluir apostando de "verdad" y sin "medias tintas" por un discurso federalista, que si bien están en las líneas programáticas de IU, se mantiene en el congelador.

    Creo que en el momento histórico que nos encontramos lo más importante hoy para enfrentarnos al tsunami neoliberal pasa por aglutinar en un frente común a toda la izquierda, a la izquierda del PsoE, y para lograr esto IU (la dirección) tiene que abrirse y ponerse como objetivo la Refundación de la Izquierda, pero con mayúsculas, El Frente de Izquierdas en Francia tiene que ser el referente.

    Un saludo
    Nicolás

    PD: Vi por internet el mitin de Toulouse, me emocionó cuando Mélenchon hizo mención a los españoles y la bandera republicana, me encantaría que el Frente fuera a la segunda vuelta y sería lo más si el duelo fuera entre Mélenchon y François Hollande.

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