Crisis
económica, malestar social, erosión política
No hace falta ser un científico
social para afirmar que España atraviesa uno de los momentos más complicados de
las últimas décadas; cinco años después
del inicio de la crisis económica no sólo no se atisba una salida a la misma,
sino que las perspectivas apuntan a que lo peor no ha pasado y la recesión se
mantendrá al menos hasta 2013[1].
La situación económica deja un panorama social alarmante, que se traduce en
datos como la elevada tasa de desempleo, del 25,1% para la población general y
del 53,28% en el caso de la población juvenil. De las más de cinco millones de
personas en el paro un 52,2% son parados de larga duración, es decir personas
que en su mayoría han agotado su prestación o subsidio de desempleo y se encuentran
en una situación alarmante. En muchos casos, las personas en paro cuentan con
una red de protección fundamentalmente familiar que les sirve de apoyo para
hacer frente a la carencia de ingresos, sin embargo, según los datos de la
encuesta de la EPA del segundo trimestre de 2012, el número hogares en los que
ninguno de sus miembros obtiene ingresos asciende a 1.737.600, por lo que cada vez son más las
personas sin esta red de ayuda.
Estos y otros preocupantes datos se
traducen en historias personales de frustración y grandes dificultades
económicas, se podrían hacer perfiles típicos que se repiten a lo largo de la
geografía española; el obrero de la construcción que quedó en paro y por su
edad y obsoleta cualificación ha quedado fuera del mercado laboral, el autónomo
que perdió su negocio, la ama de casa que busca empleo porque su marido ha
perdido el suyo, la joven licenciada que cada vez ve la inmigración como la
única salida para tener un futuro digno, el pensionista que a su escasa
retribución ha de restarle el pago de las medicinas del conocido como
'medicamentazo' y las ayudas a sus hijos en paro, los padres jóvenes que no
tienen dinero suficiente para comprar el material escolar a sus hijos;
podríamos agrandar bastante la lista enumerando situaciones de personas
afectadas por la crisis y el descenso del empleo. La crisis económica ha
deteriorado la salud de la sociedad española de forma vertiginosa y junto con
millones de empleos también se ha llevado consigo el crédito (no excesivamente
elevado) con el que contaban la clase política y las instituciones
democráticas.
Hace tan sólo cuatro años el
panorama social y político era bien distinto, la tasa de paro en el primer
trimestre de 2008 fue de un 9,68%[2]
(15,42 puntos menos que en la actualidad), mientras que la economía había
crecido un 3,8% en 2007[3].
En el terreno político los resultados de las elecciones generales del 9 Marzo
de 2008 bien podrían haberse interpretando como un 'fin de la historia' a la
española, utilizando el desafortunado término de Fukuyama; las tendencias
electorales apuntaban a una progresiva bipartidización
de la vida política, ya que el porcentaje de votos obtenido por PP y PSOE en
elecciones iba en constante aumento (78,68% en el año 2000, 80,30% en 2004 y un
83,79% en 2008), montado al galope en el
ciclo económico expansivo 1995-2008, en el cual la economía española
creció de media un 3% anual. Proyectar ambas tendencias en el futuro conducía a
la errónea hipótesis de que la España de la década 2010-2020 sería un país
próspero, con un constante aumento de su riqueza y su bienestar social, y un
sistema político centrista, con dos grandes partidos turnándose en el poder sin
grandes diferencias de fondo; pero los pies de barro de nuestro sistema
productivo no pudieron soportar el peso de la crisis mundial agudizada tras la
quiebra de Lemman Brothers aquel luctuoso 15 de Septiembre de 2008. En unos
años pasamos de jugar en la 'champions league' de la economía a pelear por
evitar el descenso en la liga de los PIGS.
La percepción de que la clase
política es incapaz de revertir el rumbo de la sociedad económica y los
principales problemas del país (el paro, para un 79,3% y los problemas de
índole económica para un 49,4% de los entrevistados por el CIS en el barómetro
de Septiembre de 2012) han dado lugar a que la propia clase política aparezca
entre los principales problemas del país, justo por detrás de los citados, con
un 26,9%. En situaciones difíciles se espera que los dirigentes de los
principales partidos políticos den respuestas efectivas a los problemas que
acucian a la población, sin embargo la percepción ciudadana es que los pasos
que se están dando caminan en el sentido contrario. Según el barómetro de clima
social del mes de Octubre, publicado en el diario El País[4]
un 68% de los entrevistados opinan que los recortes realizados por el gobierno
central no están dando resultados ni parece que vayan a darlos en un corto
plazo, frente a un 29% que confía en ellos. El malestar general por la forma en
que desde las instituciones políticas se afronta la crisis es todavía más
patente si tenemos en cuenta que un 91% de la población opina que la crisis la
están pagando todos menos los más ricos y los bancos.
El descontento de la población se
puede objetivar si se tiene en cuenta que el poder de las oligarquías
financieras y económicas ha aumentado en los últimos años, y los políticos
subordinados a sus intereses son incapaces de hacer que paguen las
consecuencias del desplomamiento del sistema que ellas mismas contribuyeron a
crear y de las cuales fueron sus máximas beneficiarias. El sector financiero
fue generando una burbuja de riqueza ficticia generada a base de inversiones de
alto riesgo y la búsqueda de riqueza a corto plazo, para ello se relegó el
tradicional papel de la banca comercial, destinada a satisfacer las necesidades
de la economía real, en favor de una arriesgada contabilidad financiera que se
alejó paulatinamente de las necesidades del sistema productivo. El grifo de
crédito fácil abierto por la banca generó un modelo de crecimiento basado en la
acumulación de deuda, una deuda (fundamentalmente privada) que una vez
ralentizada la economía resulta imposible de mantener. (Para más información
consultar el estudio realizado por la fundación 1º de Mayo sobre la crisis
global[5]).
Desde el establishment liberal se
lanza el mensaje de que la deuda pública es la causante de la crisis económica,
si bien en 2011 esta suponía un 68,5% del PIB, un porcentaje elevado pero lejos
del más 200% de la deuda privada[6]
(cifras que serían más dispares si tenemos en cuenta la trasferencia de deuda
procedente del sector privado al sector público efectuada por medio rescates a
la banca por parte del Estado). Los recortes se están efectuando para hacer a
la deuda privada sostenible a costa de la reducción de un Estado de Bienestar
que ya de por sí era escaso en comparación con el de otros países europeos (mientras
que el PIB español llego a suponer un 94% del PIB de la media UE-15, el gasto
social solo representaba un 72%[7]).
Las recetas de austeridad en el gasto público, aparte de su dudosa eficacia (ya
que parten de hipótesis macroeconómicas erróneas) no se combinan con otras
posibles medidas que tienen escaso eco en los medios de comunicación; el citado
estudio de la Fundación 1º de Mayo señala que una quita de un 20% de la deuda
privada haría crecer un 0,8% el PIB, pero esa medida repercutiría directamente
en los balances de los bancos y las grandes empresas ligadas a la especulación
financiera.
De esto ha de deducirse que el
descontento con la clase política sólo se mitigará si ésta comienza a tomar
medidas que pongan el interés de la población y de la economía productiva por
encima de los intereses de la especulación y el poder financiero. El estudio
del clima social del mes de octubre muestra como un 83% de los entrevistados estaría a favor de la puesta en
marcha de medidas que reactiven la economía, un 47% de los entrevistados
estaría a favor de subir los impuestos para mantener las prestaciones del Estado,
mientras que un 31% preferiría evitar la subida aunque repercutiera en el
conjunto de las prestaciones públicas. La diferencia porcentual entre ambas
opciones de respuesta se agrandaría sensiblemente en el caso de que se
preguntase explícitamente por una subida de impuestos a las rentas altas, o a
las transacciones financieras, ya que previsiblemente parte del 31% de los
reacios a la subida de impuestos habrán contestado pensando en que ésta les
afectaría directamente.
Otro dato relevante que arroja el
mismo estudio es que un 77% de los entrevistados apoya los argumentos de las
convocatorias de la coordinadora del 25S. Argumentos que sin duda apuntan a la
contradicción entre los intereses de los mercados financieros y los de la
mayoría de la población, tal y como se puede comprobar en el manifiesto objeto
de las movilizaciones:
Rodearemos
el Congreso de los Diputados para rescatarlo de un secuestro que ha
convertido a esta institución en un órgano superfluo. Un secuestro de la
soberanía popular llevado a cabo por la Troika y los
mercados financieros y ejecutado con el
consentimiento y la colaboración de la mayoría de los partidos
políticos. Partidos que han traicionado sus programas
electorales, a sus votantes y a la ciudadanía en
general incumpliendo
promesas y contribuyendo al empobrecimiento progresivo
de la población.
Tanto los indicadores sobre el
empleo mencionados al principio del artículo como los datos obtenidos de las
encuestas de opinión sirven para explicar lo que parece inevitable a tenor de
lo expuesto, el desplome de los dos principales partidos, PP y PSOE. El 83,79%
de votos obtenidos por la suma de ambos en 2008 cuatro años y medio después
parece una cifra de ciencia ficción. En las elecciones generales, la suma
porcentual del voto de ambos partidos fue de un 69,35% (44,62% para el PP y
28,73% para el PSOE), una pérdida de 14,34 puntos porcentuales en comparación
con las anteriores elecciones generales. La caída sin embargo es notablemente
mayor si lo comparamos con la intención de voto publicada en el sondeo de clima
social de Octubre, dónde ambas formaciones suman un 53,8% de los votos (29,9%
PP, 23,9% PSOE), 30 puntos menos que en 2008 y 16 puntos menos que en las
elecciones generales de hace apenas un año. El Partido Popular está pagando el
precio por los duros recortes que está ejecutando, la falta de perspectivas de
mejora en la economía, y por el desengaño ciudadano ante un partido que como el
mismo Mariano Rajoy reconoció, presentó un programa electoral falto de realismo[8];
mientras que el PSOE sigue siendo duramente castigado por su gestión en el
gobierno, a la par que su estrategia de oposición 'blanda' al ejecutivo central
no da ningún fruto en términos electorales.
La clase política está pagando
las consecuencias de una crisis económica que no supo prever y tampoco está
sabiendo gestionar, ya que al menos en los principales partidos, se tejieron
unas alianzas con los círculos del poder financiero durante los años de bonanza
que son incapaces de romper, condición necesaria para aplicar las políticas que
la población reclama de forma mayoritaria. La percepción de que los bancos y
los partidos políticos son los culpables de la crisis queda reflejada en el nivel
de confianza que tienen entre la población, sólo un 9% dice confiar en los
partidos políticos mientras que sólo un 11% dice confiar en los bancos. Puede
afirmarse la crisis social y económica ha derivado en una crisis institucional
al comprobar que el nivel de confianza en el Parlamento y en el Senado es sólo
de un 16%. Muy lejos del 93% obtenido por los médicos y el 88% de la enseñanza
pública, precisamente dos sectores que están pagando la crisis a un precio muy
alto[9].
[1]
http://www.lne.es/economia/2012/10/08/fmi-empeora-prevision-espana-2013/1309148.html
previsiones FMI-empeora-prevision-espana
[4]
Sondeo elaborado por Metroscopia http://www.metroscopia.org/climasocial/item/clima-social-octubre-2012?category_id=3
[9]
http://blogs.elpais.com/metroscopia/2012/09/los-espa%C3%B1oles-y-las-instituciones-5-sanidad-docencia-y-policia.html confianza en las instituciones
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